Por: Transeúnte

La celebración posterior a la final de la copa del Mundo de Qatar ha dejado algunas imágenes que han movido a la polémica a nivel mundial, principalmente por la forma en que celebraron los jugadores de Argentina, justos campeones.

El portero Dibu Martínez al recibir el guante de oro, como el mejor portero de la justa se colocó el trofeo en los genitales; luego, De Paul por ahí retó a quienes lo criticaban con una propuesta impronunciable; hicieron en el vestuario, los ganadores, un trenecito en el que se burlaron de Mbappé, el francés derrotado.

Hay quienes se indignan y pretenden deslucir el triunfo. En lo personal, lo que veo es a un grupo de muchachos que, en el pico de la celebración se expresaron con imprudencia. Es todo. No veo más necesidad de desgaste ante una hazaña de grandeza inconmensurable, como es ganar una Copa del Mundo que, en el futbol, es la meseta más alta a la que puede acceder un jugador. Y las ches la ganaron muy bien, con un futbol espectacular y derrotando a un equipo durísimo, como Francia.

Enzo Fernández, que recibió el trofeo del jugador joven del torneo, a los 21 años alcanzó el pináculo de la gloria. Quién sabe cuál sea su futuro, cuando ya ha llegado a lo más alto.

No veo caso hacer olas en un charco. Vaya, terminan los jugadores con tremenda adrenalina recorriéndolos. Han dicho dos o tres barbaridades, pero no le veo mayor problema. Seguramente, ahora que despierten ya con la cabeza fría, se reirán de las locuras que hicieron y dijeron ayer que eran los dueños del mundo.

Si se disculpan es suficiente, si no, sus dichos no son para ser tomados en serio.