Por: Transeúnte

Hace una semana, el 13 de noviembre, el país se manifestó en contra de las modificaciones que el presidente Andrés Manuel López Obrador ha presentado, a manera de iniciativa, para reinventar al Instituto Nacional Electoral, el árbitro del juego comicial del país.

Pues sus corifeos han convocado a una contra marcha, el siguiente domingo 27 para respaldar al máximo líder de la Cuatro Te. Le quieren expresar simpatía, que sus iniciativas son correctas, que lo que se le ha ocurrido para mejorar las elecciones es acertado.

Lo patético es que la pugna actual de AMLO es contra el organismo que lo encumbró como jefe de la Nación, el consejo de sabios que sancionó a su favor un proceso electoral que, de siempre, ha progresado viciado en la historia de México.

Aunque se le acusa al Mandatario federal de dictador, en muchas ocasiones con exageración de las voces opositoras, ahora parece que esos signos se le están manifestando, al tratar de someter a su voluntad graciosa al INE, convirtiéndolo en un órgano a modo, para que pueda ser manipulado desde el poder, su poder.

Los que se ven son pésimos signos para la democracia en México. Lo que hace López Obrador es un ataque directo al pueblo, un contrasentido, si actúa contra la misma gente que dice adorar y liderar.