Por Transeúnte

Samuel García ya es el gober viajero. Se la ha pasado en los aviones en este primer año de gobierno. Ya fue a la cumbre climática de Escocia el año pasado, recién instalado en el puesto, y se detuvo un rato para hacer escala en El Vaticano y saludar a Francisco. Fue a Egipto recientemente a otra cita con los ambientalistas y la semana que viene se va a Europa, otra vez a saludar el Papa.

Cada vez que se va se le quema el rancho, dicen en Nuevo León. Cuando andaba en tierra de faraones le tronó el problemón de la sucesión del Fiscal General de la entidad.

Ahora quién sabe qué bronca se le venga encima. Se va cuando tiene en la lumbre varias cazuelas como la de la Línea 2 elevada del metro, que resultó que estaba a punto de venirse abajo, o la del presupuesto estatal que está atorado en un parto muy complicado, que se ha convertido en una cesárea de emergencia.

También está lo del Fiscal, el juicio político a su secretario General de Gobierno, las carreteras anunciadas que nomás no avanzan.

Da la impresión, de pronto, que el Gobernador de Movimiento Ciudadano aprovecha estas invitaciones como excusas para descansar y evadirse de los problemas enormes que enfrenta en la entidad.

Da señales alarmantes de que, a veces, el saco de gobernador le queda grande un par de tallas.