Por: Transeúnte

El cuento se repitió, como era la expectativa: Argentina derrotó a México en el juego de la segunda jornada, en fase de grupos en Qatar 2022.

Entiendo que los aficionados nacionales se sientan profundamente ofendidos. Si bien los argentinos tienen fama de soberbios, con esta victoria sobre los mexicanos sus expresiones de júbilo pueden convertirse en un alarde afrentoso. Lo cierto es que los ches son presuntuosos en cuanto a sus logros en futbol, pero tienen realmente tamaños para ser bocones: han sido dos veces campeones del mundo, tienen al mejor jugador del planeta y aparecen en cada competencia como integrantes de la primera línea de candidatos a triunfar. Los jugadores aztecas, en cambio, han navegado en una apacible medianía de la que no han podido salir nunca. Hay campanazos, como una medalla de oro en olimpiadas, o campeonatos internacionales en categorías inferiores, pero nunca un logro grande.

Los mexicanos se ríen de los argentinos: pero Inglaterra les quitó las Islas Malvinas. Los argentinos se burlan de los mexicanos: pero Estados Unidos los despojó de la mitad de su territorio.

Ojalá entiendan todos que el futbol es un juego. Parece un sinsentido, pero hay quienes no lo ven así, y ven los enfrentamientos en la cancha como motivos para agredirse y ofenderse.

Por lo menos el juego ha servido para que, ahora que se habla de conflictos históricos, los fanáticos se hagan más cultos al interesarse en cuestiones de geopolítica.