Omar Cervantes/LikeMty
Comparto una frase que me regalaron esta semana y que inspira las letras de este artículo, con los mejores deseos de que los lectores sean llevados a una profunda reflexión como lo causó en mí: “más que gratitud por lo que se ha vivido, desde el camino espiritual lo que hay que reconocer es que el éste es perfecto y desde nuestro profundo ser hay que decirle un sí permanente”.
El jueves pasado en nuestra transmisión en vivo de @laalegriadevivirenplenitud hablamos de la gratitud en tiempos de crisis, estableciendo que todo momento se presenta de la manera en que aparece y además de darle las gracias, debemos aceptarlo y saber que todo tiene una razón y un motivo, además de que, como dice Deepak Chopra, se abre al campo de todas las posibilidades, donde la incertidumbre se convierte en una zona segura, aunque a veces haya que vencer los miedos a entrar en zonas desconocidas y moverse de la zona de confort.
Evidentemente, decíamos, ello implica vivir procesos de desapego, de soltar y eventualmente de atravesar desiertos y duelos en los que es importante reconocer y vivir cada una de sus etapas que pasan de la negación, la frustración o el enojo, la tristeza, la negociación interna, la aceptación, el perdón, la gratitud y el abrirse a lo nuevo por venir.
Ya sea que se realice un cambio de casa, de ciudad, una pérdida de empleo, de una relación o de una persona que ha trascendido, igual que la derrota ante una enfermedad como las adicciones, la codependencia o cualquier circunstancia que altere las condiciones de nuestra vida actual, es importante reconocer el camino y vivir el proceso con todas sus etapas, muchas veces requiriendo apoyo profesional, guía espiritual o trabajo de pares y ayuda mutua.
Para quienes aspiramos a andar el camino espiritual, el despertar de la consciencia, la evolución y desarrollo humano o como quiera llamársele, además del proceso de cambio y la gratitud, efectivamente, suscribo la frase compartida, hay que darle un sí auténtico e incondicional a nuestro sendero, considerando que éste es perfecto y tiene un propósito para cada uno de nosotros.
Como dice Chopra y casi todos los pensadores del despertar de la consciencia, así como los guías espirituales, independientemente de credos, los seres humanos somos seres espirituales en un cuerpo humano y por ello el camino es perfecto y hay que aceptarlo con un sí absoluto.
La reflexión me llevó a conectar con lo que vivimos como planeta, en medio de una pandemia por un virus que aún no se desaparece, el paso a una llamada “nueva normalidad”, guerras absurdas en diversas latitudes, desigualdad social, surgimientos de nuevas formas de gobierno, polarización y una tecnología que nos envuelve en un vertiginoso mundo virtual, al que todos de una forma u otra debemos adaptarnos, aunque algunos solo lo hacen desde la resignación y unos pocos desde el crecimiento.
Un mundo en crisis varias, en evolución continua, familias que han sufrido la pérdida de un ser querido por el virus o por otra enfermedad, cierre de negocios o patrimonios que se vuelven volátiles, cambio climático y un planeta Tierra que nos grita de muchas formas que nos abramos a la consciencia y dejemos atrás modelos que parecen ya no estar funcionando.
Seres humanos que somos un reflejo de la realidad de lo que pasa en el mundo y que a veces nos cambia la vida en un abrir y cerrar de ojos.
Individuos que cotidianamente vivimos cambios repentinos que nos sacude y nos obliga a replantear nuestra forma de enfrentar nuestra realidad.
En las técnicas de meditación podemos encontrar maravillosas herramientas como el hoponopono, el cambio de creencias y la eliminación de las memorias dolorosas y limitantes que suelen gobernar a nuestro inconsciente, para dar paso al “suelto y confío” en que todo es perfecto y que yo, en el momento presente, en el aquí y el ahora, tengo una gran oportunidad de seguir creciendo.
Sin importar lo que estés viviendo, te regalo esta perla y te invito a que la hagas tuya igual que yo: sí al camino porque es perfecto y sagrado.
Excelente semana para ti y para mí.