Omar Cervantes/LikeMty
Tantos acontecimientos han cambiado al planeta entero en poco más de un año a raíz de la llegada de la pandemia del coronavirus que, ahora que le damos la bienvenida a mayo, un nuevo mes en la nueva normalidad, seguimos deteniéndonos a reflexionar con qué nos quedamos cada uno de nosotros ante lo nuevo experimentado y lo que aún está por suceder.
Mientras en el país cursan campañas políticas rumbo a las elecciones de junio próximo, algunas desafortunadamente priorizando la guerra sucia y los ataques, por encima de las propuestas y la construcción, quizás sea momento de abrirnos a evaluar a las y los mejores candidatos que nos convenzan de una visión post Covid en la que nuestro país siga transformándose y evolucionado al nuevo ciclo que nos toca vivir.
En materia de adicciones y salud mental por supuesto estamos atentos a las propuestas de las y los candidatos que compiten por una gubernatura al igual que quienes habrán de legislar para nuestro país para el próximo periodo.
Este fin de semana, en esos momentos de contactar en diversas formas la humanidad que nos identifica como especie, de pronto escuchaba un clásico que me resulta como un himno en los momentos que vivimos.
“Solo le pido a Dios, que el dolor no me sea indiferente, que la reseca muerte no me encuentre, vacía y sola, sin haber hecho lo suficiente. Solo le pido a Dios, que lo injusto no me sea indiferente, que no me abofeteen la otra mejilla, después de que una garra me arañó esta suerte”, así más o menos dice la canción.
Suscribimos por supuesto que, de la vuelta a casa y a los valores universales que el Covid nos ha hecho replantearnos, destacan la justicia, la solidaridad, el bien común, el amor incondicional, la paz, la esperanza y la caridad.
Que el dolor no me sea indiferente es, sin duda, una de las razones fundamentales de quienes nos dedicamos al desarrollo humano y las adicciones entre otros temas en lo que bendecimos la vida al ser testigos de la realización de milagros cuando ya se hacía perdido el rumbo.
Porque el dolor es inevitable pero el sufrimiento es opcional y somos de los que confiamos en que todas las personas son merecedoras de una segunda, tercera o infinitas oportunidades y si es necesario comenzar de nuevo y reinventarse una y otra vez, hasta despertar el gran poder que todos llevamos dentro.
Que la guerra no me sea indiferente, que reine la paz y le demos al planeta una y otra oportunidad de ser mejores habitantes de la tierra.
Que seamos ciudadanos del mundo, que no haya fronteras y hablemos con el lenguaje universal, el del corazón, para poder rediseñarnos como especie tras la sorpresiva y dolorosa pandemia que llegó a sacarnos de nuestras zonas de confort.
Que está bienvenida a mayo nos traiga nuevos bríos, nuevas ideas, más motivos y mejores esperanzas para seguir construyendo juntos nuestra nueva realidad.