Por: Luz María Ortiz Quintos
Instituto Nacional de Consultoría Familiar ac
La importancia de una sana educación, también radica en el reconocimiento de que en las palabras hay poder; y el amor es un lenguaje que se acompaña de muchas palabras y expresiones, como, por ejemplo: “Te quiero mucho”, “cuídate”, “te ves muy bien”, “avisa cuando llegues”, “te extraño”, “estaba esperando tu mensaje”, “eres muy importante para mí”, “quiero pasar tiempo contigo”.
Este tipo de frases refuerzan la seguridad y autoestima de nuestros hijos adolescentes. Pareciera que en esta etapa es cuando más lejos quisieran estar de nosotros los padres de familia; pero es cuando más nos necesitan.
Una presencia a distancia, pero cálida. Que les permita vivir esta etapa de transición de la niñez a la juventud encontrando sus habilidades y talentos. El lenguaje que utilizamos en este ciclo de su vida, no solo son palabras, son los afectos expresados en cada una de ellas. Que nutren el alma y según estudios contribuyen a la salud integral, corporal, mental y social.
Con palabras de amor y afecto puedes inyectar fortaleza, motivación, valor, coraje y determinación en las personas. Reconocer las cualidades, habilidades y talentos de nuestros hijos los animan a seguirlas practicando. Educar con el lenguaje del amor cura, envuelve, protege y, a la vez, libera...