Omar Cervantes/LikeMty

En muchas ocasiones, en materia de adicciones, hemos comentado acerca de la cruz de la sobriedad como una herramienta indispensable en el camino de la recuperación, comparable con una carta de navegación para un piloto de avión que requiere llegar a buen puerto.

Esta cruz de la sobriedad que tiene como enfoque una vida en equilibrio y con actividades que promueven una mejor forma de vivir, ha sido abordada con otros enfoques igual de útiles, como el llamado triángulo de la salud.

Creado en 1997 como un proyecto para una escuela de enseñanza media en Alaska, el triángulo de la salud ha servido como un gráfico que mide la salud mental, física y social de un individuo, en una figura equilátera que simboliza el equilibrio entre estas tres áreas en la vida de las personas (tomado de triangulodelasalud.com).

La misma Organización Mundial de la Salud (OMS) define la salud como un estado de completo bienestar físico, mental y social, y no solamente la ausencia de afecciones o enfermedades, con lo que podemos darnos idea de la importancia que las tres materias significan en la vida de una persona.

En nuestra colaboración de la semana pasada de Milenio Puebla, justo abordamos el concepto de recuperación integral entendida como mente, cuerpo y espíritu en equilibrio, tema que nos valió una gran cantidad de comentarios que nos llevó a tomar la decisión de dedicarlo a nuestro espacio en la transmisión quincenal para nuestras redes @laalegriadevivirsinadicciones.

De hecho, una de las premisas en la prevención de adicciones, aplicable también en la formación de un desarrollo humano sano, implica trabajar en disminuir los factores de riesgo y en aumentar los factores de protección, entre los que destacan herramientas asertivas de comunicación, inteligencia emocional, relaciones sociales sanas, estabilidad psicoemocional, ambientes familiares funcionales, actividad física, aprovechamiento académico, cumplimiento laboral, creatividad, expresiones artísticas y crecimiento de los talentos propios.

Sobre los temas de salud mental que, por cierto, han sufrido consecuencias a causa de la pandemia del Covid-19, hemos escrito en múltiples ocasiones en este espacio, igual que de los conceptos de crecimiento espiritual y en muchas ocasiones dejamos de lado la parte de la salud física, pensando equivocadamente que son temas exclusivos de las secciones deportivas.

Como instructor fitness y empresario deportivo que he sido a lo largo de mi trayectoria, además de haberme iniciado en el periodismo en las páginas deportivas en la década de los 80´s, soy aficionado de los deportes organizados y admirador del nivel competitivo y de alto rendimiento, sin dejar de lado en mi calidad de coach de bienestar integral, la importancia de la educación física.

Alguno de mis mentores en parte de mi proceso de formación, un día me comentó una analogía de lo que eran los gimnasios para las civilizaciones antiguas, muy diferentes a lo que ahora son los centros de entrenamiento y más bien siendo lugares casi sagrados a donde iban a cultivarse, la mente, el cuerpo y el espíritu, como parte de la formación de las personas.

La educación física, concebida como la formación para que las personas tengamos un estilo de vida saludable, una alimentación balanceada, hábitos de autocuidado e higiene y, cualquier forma de activación física como vehículo para la salud orgánica y metabólica, además de los obvios beneficios que todo ello tiene para la parte corporal y celular, es un excelente catalizador para los otros dos lados del equilátero.

Cuando nuestro cuerpo está en estado de pico, nuestro nivel energético mejora y con ello enviamos la señal al cerebro para estar también en su nivel óptimo, por lo que casi en automático la parte emocional se ve beneficiada y, en consecuencia, las relaciones internas y externas también pasan por estándares favorables.

Esa es la magia del triángulo de la salud, de la cruz de la sobriedad o de cualquier herramienta que nos lleve al desarrollo personal, el despertar de la consciencia y, por supuesto, a los procesos de rehabilitación o recuperación integral.

Anótelo usted, estimado lector y lectora, estas áreas del desarrollo humano tendrán más demanda y serán cada vez más buscadas, como resultado de lo que hemos vivido en el último año y las reflexiones que nos ha dejado la pandemia y la vuelta a la nueva normalidad. ¡La vida nunca será la misma!